Bbeyond Belfast es una organización de performanceros que, además de reunirse para irse conociendo y organizando eventos internacionales, mensualmente se juntan para realizar acciones en espacios públicos. Muy al estilo de Black Market, en estos eventos cada quien se apropia del espacio como quiere de manera independiente y, de vez en cuando se dan interacciones entre artistas.
En mayo de 2019, durante el viaje que hicimos Mónica Mayer y yo para exponer en Londres y que ella realizara El Tendedero en Belfast, la acompañé a Irlanda y, como nuestra visita coincidió con la fecha en la que hacen performance en la calle, me invitaron a unírmeles. El evento se llevó a cabo el 11 de mayo en un parque.
Para mí este evento fue muy peculiar ya que la mayor parte de los performances o son más entendibles como práctica social o son acciones en las que el público participa de manera contundente. Rara vez hago piezas solo.
Ya en el parque, todo mundo empezó a recorrer el espacio para ubicarse y yo estaba un poco desubicado porque no me quedaba claro cuándo comenzaba la acción colectiva.
Pero empecé a recorrer y ver las peculiaridades del piso, así como las distancias entre una esquina y otra, que había en el entorno del parque. En otras palabras, a hacer un reconocimiento del lugar. Por fin encontré una pared alta y sola que daban la idea de silencio y soledad. Además, los colores del muro marcaban una división tajante, como se vive en Irlanda.
Mi acción consistió en usar el lenguaje de los sordos en inglés, combinando cada movimiento de las manos con posturas setenteras del barrio del Este de Los Ángeles, que es donde pasé toda mi juventud. Gestualmente, me interesaba contrastar estas estas dos culturas que utilizan las manos, para marcar territorio.
De alguna manera yo buscaba hacer lo mismo ya que, cuando Black Market vino a México, me sorprendió mucho cómo el contexto en el que se presentaban les era indiferente y, aunque trabajaban individualmente, lograban hacer poesía en conjunto. Podría decir que fue una pieza que gritaba hacia dentro, aunque era silenciosa hacia afuera.
Para concluir mi acción, me integré a la explanada en donde se llevaban a cabo las otras acciones, recorrí los lugares que había visualizado anteriormente realizando los mismos gestos que había hecho en solitario, pero en distintas velocidades. Estas experiencias de performance son una suerte de laboratorio de larga duración, en las que se puede jugar con muchas variables. Eso sí, sin meterme a los espacios de otras personas.
Al terminar mi pieza me fui a ayudarle a Elvira Santamaria con su hermosa pieza que jugaba con la denuncia y el aire.
Todas las fotos las tomó Mónica Mayer 2019
Víctor Lerma.
20 de octubre de 2019, CDMX
